Quédense Ahí

Es 31 de Diciembre de 2014. Hoy termina el año. Muchas cosas pasan por mi mente en un día como este. Y la realidad es que he vivido experiencias mixtas en el transcurso de este tiempo. He tenido la bendición de compañía y el dolor de la soledad. He escuchado muchas verdades, pero también mucha mentira. He visto la acción convincente de personas devotas a Dios, como también he visto al falso que se viste de la excusa divina para esconder el hedor su mancha. He sentido mucho...bueno y malo.

Pensaba cómo reaccionar ante esta realidad, y la verdad es que de lo más que me arrimo de este año, es la relación especial que he desarrollado con Dios y su Hijo Jesús. Algo interesante sucede cuando aprendes de Dios, y es que empiezas a entender a su Hijo. Es precisamente Él la inspiración de esta entrada. Y es que pensaba ¿que escribiría Él en una noche como esta? ¿Qué sentiría? Y es precisamente de esta amistad especial que mencioné donde se produce la respuesta.

Algo que he descubierto de Jesús, y es que él nunca decía lo que la gente quería escuchar, sino que enseñaba lo que ellos necesitaban saber. Jesús se movía constantemente de lo tradicional y común del mundo para experimentar lo sobrenatural de su Padre. Jesús oraba mucho...mucho. El evangelio de Marcos describe como él, sin reserva alguna, le decía a los demás que simplemente esperaran mientras él hablaba con su Padre, mientras él, oraba por tí y por mí.

Entonces, una vez más, él se place en hablarme. Y es que hoy recibí un sinnúmero de invitaciones individuales a decenas de actividades de fin de año, y lo único que venía a mente y a mi espíritu era él, el que llaman Jesús. No podía verme en ningún otro emisferio, no podía verme en otro mejor lugar que no fuera el de su presencia. Es algo muy personal, es algo con repercusiones eternas. Somos él y yo...siempre.

Así que, habiendo dicho esto, les deseo lo mejor en este año que termina, y aún más en el que está a punto de comenzar. Mi deseo para ustedes está envuelto con el mismo manto de justicia que le cubre, y con un amor que este mundo no reconoce. Disfruten la noche y las celebraciones, pero yo decido salirme de lo normal y ordinario de este mundo, para entrar una vez más en lo eterno y sobrenatural de él con cada uno de ustedes en mente. Un abrazo grande mientras repito las palabras que él una vez pronunciare, "feliz año nuevo, pero quédense ahí, yo me voy a orar".

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